...El hombre comprendió muy tempranamente que su identidad era vulnerable,
pues dejaba jirones de ella por donde pasaba, en forma de huellas, sombras y
reflejos. Sus límites corporales se desbordaban de un modo que no podía controlar,
con extrañas derivaciones aparenciales, y pronto supo que aquellas prolongaciones
dispersas de su yo podían ser manipuladas en su contra con prácticas
mágicas....
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